La ecologia domestica y la naturaleza estan intimamente relacionados. Por eso he decidido compartir con vosotros este relato, este pensamiento libre lanzado al aire:
Los árboles del cercano parque mecÃan al creciente viento sus desnudas ramas. El cielo se teñÃa de gris en un ritmo cauteloso pero firme. El estanque quedó vacÃo de patos y las palomas se refugiaban en las cornisas de los bellos decimonónicos edificios que rodeaban al parque. Un pequeño columpio se movÃa de forma aleatoria sin niño que lo disfrutase, ni madre que le empujara.
Rómulo paseaba despacio, sin importarle que la lluvia le cogiese por la calle sin paraguas. Las manos guarnecidas dentro de los bolsillos de la cazadora, de la que salÃa un abrigado gorro de lana color naranja que igualmente le cubrÃa la cabeza. Las calles estaban desiertas en aquella sobremesa de sábado festivo, el fin de semana prometÃa soledad y tristeza. Una inofensiva desesperación silenciosa se iba apoderando de él, igual que la oscuridad se apoderaba de la sonrisa de las gárgolas de la catedral bajo la cual se desplazaba sin rumbo fijo.
Laura le dejó hacÃa tres meses tras cuatro años de relación. Aun no lo habÃa superado aunque entendÃa que era lo mejor; pues tal autodestructiva relación estuvo a punto de anularle como persona. Desde entonces habÃa tenido solo unos pocos escarceos amorosos decepcionantes. Laura fue como una droga de la que ya se sabÃa casi rehabilitado. La habÃa intentado buscar en la cama de algunas mujeres, encontrando solo su sombra en una inquietante desesperación.
Llegó a creer que serÃa incapaz de amar el sexo de ninguna otra mujer en lo que le quedara de vida.
El paseo le llevó al barrio judÃo. No recordaba ya lo mucho que le gustaba perderse entre aquellas callejuelas de piedra con olor a humedad. La autenticidad de su ciudad natal siempre habÃa estado allÃ, enfrentándose con los rascacielos impersonales de la gran ciudad, donde ejercÃa una carrera brillante de abogado, a pesar de sus escasos treinta y un años de edad.
Se alegraba de estar pasando unos dÃas en su ciudad, en su casa. Pero, triste de él, el motivo fue el entierro de su padre dos dÃas atrás. Pensaba descansar unos dÃas junto a su madre; la única persona que ya le quedaba en la vida.
Se sumergió en sus pensamientos a la vez que lo hacÃa en las entrañas laberÃnticas del barrio. Recordaba que cuando era pequeño lo que más miedo le daba era pensar  que su padre muriera. Aquel pensamiento le aterrorizó durante mucho tiempo. Ahora no sentÃa dolor, no sentÃa nada. No más tristeza de la que sentÃa cada dÃa al levantarse desde hacÃa años, motivo por el cual le abandonó Laura.
Solo se le daba bien ser abogado.
El estruendo lejano de un trueno le sacó de sus pensamientos. Miró al cielo, la oscuridad de aquel apocalÃptico dÃa traerÃa aun antes la noche de aquel frÃo y desolador otoño. Frunció el ceño, le pareció ver una gárgola de la catedral volando entre las nubes; cuerpo de ave y mamÃfero, cara de diablo. Un extraño y agradable escalofrÃo le recorrió la espalda. Miró alrededor. El barrio judÃo estaba desierto, como si a las personas se las hubiera tragado la tierra. Resolvió que serÃa mejor estar en casa antes de que la tormenta estuviera sobre la ciudad.
Salió del barrio y recorrió algunas calles y avenidas mÃnimamente transitadas. Le agradó saber que no habÃa acabado el mundo, que todavÃa habÃa seres de su especie a su alrededor.
Empezaba a chispear justo cuando llegó a la puerta de la casa.
Su madre vivÃa en un barrio de gente adinerada. Los fructÃferos negocios del padre permitieron una vida de lujos tanto a su madre como a él. Les gustaba mirar videos xxx por internet. Su madre nunca trabajó, siempre cuidó de su hogar y de su aspecto para estar siempre guapa y atractiva en las muchas comidas y viajes de negocios a los que acompañaba a su marido.
A sus cincuenta y cuatro años, Eva aun conservaba el voluptuoso atractivo que tuvo de joven. Sus caderas anchas y sus muslos algo regordetes y tersos. Su trasero mÃnimamente amplio, con mas sensualidad que gordura. Generosos pechos naturales con amplios pezones color rosa. Melena rubia de bote que cae a media espalda. Ojos de gata azules, ya arrugados por el tiempo, dando un aire melancólico a su bello rostro.
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La empresa XYZ se fundó en 1971 y ha estado ofreciendo «cosas» de calidad al público desde entonces. Situada en Madrid, XYZ emplea a más de 2.000 personas y hace todo tipo de cosas sorprendentes para la comunidad de Madrid.